2009년 7월 13일 월요일

El trot, una herencia compleja de la historia

El género músical llamado trot es, al mismo tiempo, popular entre las generaciones relativamente ancianas coreanas y despreciado por los coreanos que ven en él una herencia vergonzosa de la ocupación japonesa colonialista.
Es cierto que el trot apareció y ganó su popularidad desplazando las canciones coreanas durante la ocupación. Según la mayoria de los expertos en historia música coreana sostiene, eso se debe al hecho de que el trot es un resultado de la influencia del enka, canción japonesa, introducida entre los coreanos a través de la enseñanza colonialista en que los alumnos llegaron a familiarizarse al enka. Las cortesanas coreanas llamadas Guiseng, que antes habían cantado las canciones tradicionales coreanas, tambén empezaron a cantar enkas para halagar a sus clientes japoneses y así aceleró la llegada del dominio del enka en la península coreana.
Pasó el tiempo y llegó el derrumbamiento del imperio japonés. La fuerza armada estadounidense derrotó a la de Japón y mi país fue liberado del Japón al fin. Pero ser liberado del Japón no significó la liberación verdadera. Las fuerzas estadounidense y rusa llegaron a ocupar Corea en lugar de Japón y el gobierno provisional de Corea que había dirigido el movimiento independentista fue rechazado. El gobierno militar que gobernó Corea del Sur entre 1945 y 1948 favorecieron como sus ayudantes administrativos a los colaboradores de Japón por ser dóciles y en relativamente mayor porcentaje capaces de hablar inglés. Gracias a esa ayuda estadounidense que indignaron a muchos coreanos, los que habían querido ser japoneses vinieron a ser dueños de Corea del Sur en vez de los japoneses de origen japonés.
En consecuencia, el poder cultural japonés sobrevivio a la liberación coreana del imperio, los coreanos no tuvimos muchas oportunidades para pensar con seriedad en la herencia de la ocupación. Y, por la lógica muy clara, el enka consiguió éxito en mantener su popularidad sólo con cambiar su nombre del enka al trot. A decir verdad, había muy pocos coreanos que recordaban como haber aparecido el trot en Corea el cual tenía poco que ver con la tradición coreana.
Pasando el tiempo, la popularidad del trot ha venido cayendo mientras la popularidad y influencia de las canciones estadounidenses ha sido cada día más fuerte. Especialmente el debut meteoro del grupo Seo Tae Ji y los Chicos, que importó la música rap, causó una deriva continental en todo el mercado musical coreano. Así el trot casi vino a ser cantos de los viejos. Ha sido denominado como herencia colonialista por muchos historiadores de música desde el 1984 en que un academico coreano puso el resultado de su investigacion en un periodico muy leido con el título de «¿Quienes llaman el trot cancion tradicional coreana?».
Entonces, ¿la suerte del trot se ha extinto? No. El trot, debilitado, nunca perdió su lugar entre los ancianos. Además aparecieron cantantes que sabían cantar el trot acordando con el gusto de los jóvenes. Por ejemplo, en 2004, Una cantante para entonces no muy conocida llamada Jang Yun-Jung, tuvo un espectacular éxito con una cancion del trot no aceptada por una otra famosa cantante. Esa canción Omona, de alguna manera histórica del trot coreano, demostró la posibilidad de multiplicar los fans del trot hasta en la juventud. Actualmente, el trot ha recuperado mucho su fuerza cultural aunque esa no sea tanta como la del período pasado.
Pensemos. ¿Es malo que una herencia cultural de la ocupación imperialista como el trot forme parte de la culutra popular de un país a duras penas liberado de esa ocupación? A pesar de toda la trauma histórica, no creo que sea malo, ni pienso que sea inaceptable. Todos los coreanos tenemos derecho a cantar canciones que sean de su gusto. Las canciones del origen japones no son una excepción. Las culturas extranjeras adoptada a nuestra manera y a nuestro beneficio pueden ser nuestras, ya que no hay ninguna cultura 'pura'. Lo importante no es rechazar el trot, sino recordar la historia para que no seamos de nuevo forzados a olvidar lo nuestro arraigado en nuestras maneras de vivir y obligados a aceptar lo extranjero en beneficios de los que nos quieran dominar y embobar por la fuerza.

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